En un museo de los Alpes se puede ver una cuerda de cáñamo rota en memoria de la trágica muerte de cuatro escaladores que bajaban del Matterhorn después de haberlo coronado por primera vez el 14 de julio de 1865. Uno de ellos llevaba unos zapatos gastados y carecía de experiencia. Cuando cayó, arrastró consigo a sus amigos al vacío. La cuerda de seguridad se rompió en el momento decisivo.

Nuestras vidas a menudo se parecen a esta escalada. Hay muchas situaciones desconocidas, falta de experiencia, peligros y abismos aterradores. Nadie puede evitar el riesgo, ni siquiera el profesional. Nuestra vida es frágil y no hay en ella ninguna seguridad absoluta. Entonces surge la pregunta sobre el significado de la existencia y de Dios…

En ningún otro hay salvación, porque Dios no nos ha dado a conocer el nombre de ningún otro en el mundo por el cual podamos ser salvos.

Hechos 4,12

¡Bienaventurado el que conoce a su Creador y Salvador! Vale la pena buscarlo cuando todo va bien. En él puedes confiar plenamente. Su amor no tiene límites. Es una cuerda de seguridad que nunca fallará.

Texto de la semana: 2 Samuel 22, 31-34