El versículo de la Biblia de esta semana se encuentra en un salmo de David, un rey de Israel. David se había acostado con la esposa de uno de sus guerreros. Luego trató de ocultar pérfidamente su adulterio. Hizo que pusieran al valiente soldado y esposo engañado en primera línea y perdió su vida en la batalla.
Este horrible comportamiento hizo que David se enfermara. Acababa de experimentar un amargo fracaso. En lugar de confesar su pecado, buscó salvar su honor. Pero Dios no aceptó semejante traición. Le envió a un profeta a David para que se diera cuenta de su culpa.
La Biblia nos revela que todos los seres humanos, sin excepción, son culpables ante Dios (Romanos 3, 23). Pero también nos muestra dónde y cómo podemos encontrar ayuda. No escondamos nuestras faltas ni un momento más. Jesús las pagó entregando su vida. Nuestras faltas nos hacen caer enfermos. Nos impiden tener una relación con Dios y nos mantienen separados de él.
Mientras no confesé mi pecado, mi cuerpo iba decayendo.
Salmos 32,3
Cuando Dios perdona nuestros pecados, la luz viene a iluminar nuestras vidas. Y podemos seguir adelante con un corazón lleno de alegría.
Texto de la semana: Salmo 32