por Juan Carlos | 16. diciembre 2021
Uno puede acercarse a la Biblia desde distintas perspectivas. Intentamos entender toda la profundidad, la anchura, la altura y la longitud, todas las dimensiones de Dios (como dice la carta a los Efesios 3,18). En geometría solo hay tres dimensiones. A nosotros nos falta la dimensión espiritual.
Hay que subrayar que somos nosotros los que necesitamos aprender, y no Dios. Tenemos nuestras propias ideas y muchas veces forzamos a Dios para que encaje en ellas. Pero, lo siento, Dios no cambia su plan en función de nuestros sueños. Hoy, miles de años después, con todos nuestros avances científicos y tecnológicos, intentamos probar y explicar las cosas más relevantes que sucedieron entonces.
Dejemos hablar al contexto de la Biblia. Una y otra vez, la historia ha demostrado que Dios puede escribir recto con renglones torcidos. ¿No es emocionante que incluso Jesús (que es uno con Dios) no supiera la hora exacta de su segunda venida?
Conclusión: quien desconfía de la Biblia se pierde en su propio laberinto de pensamientos. Dios nunca pierde el control. Él es un padre justo y lleno de amor, con un corazón abierto para todos los que confían en él.
… podréis comprender con todos los creyentes cuán ancho, largo, profundo y alto es el amor de Cristo.
Efesios 3,18
Un consejo: ¿dejas que Dios intervenga en tus planes o intentas aferrarte a tus ideas y conceptos?
Texto del día: Romanos 11,33-36
por Juan Carlos | 15. diciembre 2021
Los sabios de Oriente le prometieron a Herodes que, en cuanto llegaran al sitio exacto del nacimiento del nuevo rey, le dirían qué lugar era. Pero Herodes tenía malas intenciones, por lo que un ángel les hizo regresar por otro camino. Cuando el rey se enteró, mandó matar a todos los niños menores de dos años de Belén. Un ángel se le apareció a José en un sueño y le dijo que huyera cuanto antes a Egipto con María y el niño. Los regalos de los sabios de Oriente fueron una ayuda oportuna para esta “familia de refugiados”.
En cuanto nació, ya querían matar a Jesús. Si nos fijamos bien, descubrimos que el adversario estaba constantemente tratando de acabar con el plan de salvación de Dios. Los planes de Dios no dependen de la suerte ni de los contratiempos. Él quiere personas que, como José, escuchan su voz y siguen sus indicaciones.
Cuando ya los sabios se habían ido, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.
Mateo 2,13
Un consejo: ¿tienes en cuenta al Creador en tus planes?
Texto del día: Mateo 2,13-23
por Juan Carlos | 14. diciembre 2021
Cuando se acerca el final del año, muchas personas quieren terminarlo sintiéndose bien consigo mismas. Hacen donaciones o realizan buenas acciones propias de estas fechas. Jesús predicó el amor al prójimo para cada día, y, aun así, entre tantos compromisos, muchos olvidan lo que dijo.
El “dar” para presumir no tiene nada que ver con las palabras de Jesús, que dicen que cuando seas generoso no se lo cuentes ni siquiera a tu más íntimo amigo (Mateo 6,3). Más bien debemos acumular nuestros tesoros en el cielo (Mateo 6,20).
Conclusión: es importante pensar en nuestro prójimo los 365 días del año. Dios tiene preparadas diferentes tareas para cada uno. En el cielo, las acciones que se hacen en público para presumir se valoran de una forma totalmente distinta a como se valoran aquí.
Tú, por el contrario, cuando ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu más íntimo amigo.
Mateo 6,3
Un consejo: pregúntale a Dios a quién podrías visitar de vez en cuando (necesitados, enfermos, ancianos).
Texto del día: Mateo 6,1-14 y Mateo 25,31-46
por Juan Carlos | 13. diciembre 2021
Desde la antigüedad hasta hoy, el hombre ha buscado el amor verdadero. El mensaje de Dios para los primeros seres humanos y para nosotros es el mismo. Por eso Jesús trajo salvación y reconciliación. No es posible reemplazarlo por ninguna otra cosa. El amor perdonador al prójimo nace de una profunda relación con Dios.
Esta fiesta de amor rompe con la idea de que uno se salva por medio de hacer buenas obras. Si aceptamos esta verdad, tenemos la base para el comienzo de algo bueno. Sin esta base llegaríamos rápidamente al límite porque nuestro esfuerzo nunca sería suficiente. No nos dejemos engañar intentando aliviar con buenas obras el problema de nuestra culpa. Nunca podríamos pagar lo suficiente para librarnos de ella.
En conclusión: la fiesta de amor de la Navidad trae la buena noticia de que, por medio de Jesucristo, tenemos el perdón de la culpa y el pecado. Él ha pagado por absolutamente todo, y nos invita a aceptar su regalo. ¡Por eso es realmente una fiesta de amor!
Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.
Juan 3,16
Un consejo: ¿ya has aceptado este regalo?
Si tienes preguntas, escribe a spain@msd-online.ch.
Texto del día: 1 Juan 4,9-19
por Juan Carlos | 12. diciembre 2021
El Hijo de Dios nació en una familia que vivía del trabajo de sus manos. El padre de Jesús, José, murió pronto, así que desde muy joven Jesús tuvo que preocuparse por el bienestar de la familia. Eso suponía un gran desafío para este nuevo rey. Seguramente, nosotros habríamos intentado allanarle el camino al Hijo del Rey para que sus comienzos fueran en las mejores condiciones.
Los judíos querían un rey poderoso con mano dura que los librara de los romanos. Dios quiso que su Hijo aprendiera y llevara una vida como la mayoría de la gente. En el reino de Dios destacan la humildad, la solidaridad y el amor al prójimo. Que su reino comience en nuestros corazones y crezca cada vez más.
Jesús dijo: “Mi reino no es de este mundo”. Y a Pilato le dijo: “Ninguna autoridad tendrías sobre mí, si Dios no te la hubiera dado” (Juan 19,11).
Jesús le contestó: –Mi reino no es de este mundo. Si lo fuese, mis servidores habrían luchado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Juan 18:36
Un consejo: lee Juan 18,33-38 y escucha al Rey de los corazones. Contéstale con tus propias palabras. Él te escucha.
Texto del día: Juan 18,33-38