Había un gran alboroto en la ciudad. El pequeño Harim* se abrió paso a través de la muchedumbre y vio a un hombre sentado sobre un burro. La gente gritaba: “¡Hosana, al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Arrancaban ramas de los árboles y las agitaban. Tendían sus capas por el camino para dar la bienvenida al esperado “rey de paz”.
Harim ya había escuchado muchas cosas sobre Jesús y observaba todo con mucha atención.
Los romanos siempre llegaban subidos a caballos y demostraban su poder brutalmente. Este Jesús era completamente diferente y no tenía necesidad de enaltecerse en absoluto. Irradiaba algo muy especial sin darse aires de superioridad.
Profundamente impresionado por Jesús, Harim se sentía muy feliz pensando que este hombre era el mesías esperado, el rey elegido por Dios y el mismo hijo de Dios.
Harim estaba muy contento de poder conocer a Jesús en persona y no tener que seguir conformándose con las extrañas habladurías de los religiosos.
Pensó que el burro de carga era muy apropiado, porque había oído que Jesús llevaría la carga de todo el mundo.
Harim era feliz y gritó con los demás: “¡Hosana al rey que viene!”.
¡Alégrate mucho, ciudad de Sión! ¡Canta de alegría, ciudad de Jerusalén! Tu rey viene a ti, justo y victorioso, pero humilde, montado en un burro, en un burrito, cría de una burra.
En los pasados veinticuatro días hemos estado pensando en el niño que nació por NOSOTROS y que tiene el poder para reinar. Los judíos siguen esperando a su soberano desde hace más de 2.700 años. En su primera venida, Jesucristo fue rey y siervo, sanó, ayudó, perdonó ¡y dio su vida en rescate de todos los que creen en él!
Durante muchos años he amado a Jesús como mi Salvador y Redentor, yo le servía, ayudaba a muchas personas. Pero NO le dejaba ser SEÑOR. Pensaba que había cosas que eran solo mías, privadas, ¡pero las consecuencias de este pensamiento fueron penosas! Dios me mostró su amor hasta que le reconocí como mi maravilloso consejero.
¿Quién quieres que sea tu consejero? Dios se hizo hombre en Jesucristo, él es eterno, es el Padre lleno de amor que me cuida todos los días. ¡Yo pongo mi confianza en el Príncipe de la paz que es fiel y justo! ¡Y espero su regreso para establecer su reino visible!
¡De los más de 6.000 versículos de contenido profético de la Palabra de Dios se han cumplido ya más de 3.000! ¡En los últimos días hemos pensado en muchas profecías que ya se han cumplido! ¡Creer su Palabra nos anima y nos llena de alegría!
Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo, al cual se le ha concedido el poder de gobernar. Y le darán estos nombres: Admirable en sus planes, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de la paz.
Lo que podríamos considerar el cumpleaños de Jesús (la Navidad) se celebra hoy en casi todo el mundo. La mayoría de la gente se reúne en familia. El principal propósito de esta fiesta es recordarnos que Jesús no vino al mundo hace unos dos mil años, pero también que vendrá otra vez.
En este sentido, la Navidad es la fiesta más importante. Es fundamental recordar su próximo regreso, además de no olvidar a Jesús mismo. Todo gira en torno a él, porque celebramos su cumpleaños, y lo importante es una relación con él, pues para eso dio su vida en sacrificio.
Conclusión: sin Navidad no hay Semana Santa, ni Ascensión, ni Pentecostés… La cultura cristiana ha creado días festivos para que recordemos al Hijo de Dios regularmente. El mundo gira gracias a él.
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
Hebreos 13,8
Un consejo: que Cristo sea el centro en tu celebración de estas fiestas con tu familia. Él no se quedó en el pesebre, ha resucitado y está vivo, y vendrá otra vez. ¿Estás deseando que vuelva?
El profeta Zacarías habló del Rey de reyes quinientos años antes de la entrada de Jesús a la ciudad de Jerusalén (Zacarías 9,9b). Era imposible no escuchar al pueblo dándole la bienvenida con ramas de palma y con gritos de “¡Hosana…, bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Esto enfureció a los líderes religiosos. Los celos les cegaron y no vieron el mensaje real del Mesías auténtico, al que de verdad deberían estar esperando.
Se cumplió la profecía y los ciegos recibieron la vista de forma milagrosa, pero los que solo tenían una “vista religiosa” se volvieron ciegos al mensaje reconciliador de Dios. El odio los incitó a perseguir a Jesús hasta llevarlo a la cruz.
Conclusión: la Navidad es la celebración de cumpleaños del Rey de todos los reyes, a quien muchos rechazan incluso hoy. Tanto antes como ahora, hay muchas noticias falsas que intentan ocultar la verdad.
Tu rey viene a ti, justo y victorioso, pero humilde, montado en un asno, en un burrito, cría de una asna.
Zacarías 9,9b
Un consejo: anuncia las buenas noticias del Rey de reyes.
Jesús tenía un propósito eterno que le fue dado antes de la creación del mundo. Su Padre lo envió al mundo con el propósito de librarnos del pecado y de la culpa. Jesús declaró varias veces que vino para cumplir la voluntad de su Padre (Juan 8,29).
La Navidad es el humilde comienzo de la misión de Dios de rescatar a los seres humanos, y es una misión para todo el mundo. Así como el arcoíris es símbolo de un pacto, así también el pesebre, la cruz y la corona son símbolos y pruebas de la gran fidelidad de Dios. Por medio de Jesús, Dios extiende su mano reconciliadora a todos. Ahora vivimos en la época de la gracia y la misericordia, en la que Dios ofrece perdón, paz y una relación profunda con él. No dejemos pasar la oportunidad.
Conclusión: Jesús ha abierto la puerta al reino de los cielos por medio del pesebre (vida), la cruz (muerte) y la corona (resurrección). Él es el Rey de los corazones y está esperando, no le dejemos fuera. Solo tenemos que pedirle que entre.
A partir de entonces, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley le harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría.
Mateo 16,21
Un consejo: hoy es tu día de gracia. ¿Aceptas su ofrecimiento y le abres la puerta?
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