Riesgos de incendio
19. julio. 20

En octubre de 2013, la sequía era preocupante en nuestra región. La hierba estaba marrón y seca, las hojas de los árboles colgaban de forma penosa, las reservas de agua estaban en su punto más bajo. La lluvia no ha caído en muchos meses, el sol brilla y el viento seca cada vez más la vegetación. Los bomberos están en pie de guerra. Hay que prevenir. Una simple colilla de cigarrillo podría hacer que muchas hectáreas se convirtieran en humo.

La Biblia nos habla de otro tipo de fuego muy peligroso: «¡Qué bos- que tan grande puede quemarse por causa de un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego […]. Es un mal que no se deja dominar» (Santiago 3.6-8). Sí, una palabra que se deja caer nunca puede ser detenida y a veces puede causar daños irreparables. ¿Quién no la ha provocado o la ha sufrido alguna vez?

No estamos exentos de la mala conducta porque seguimos siendo humanos, pero podemos acudir asiduamente al Dios del perdón, del amor y de la bondad, cuyas cualidades vemos en Jesucristo. Y, con su ayuda, podemos usar nuestra lengua en la medida de lo posible para bendecir.

¡De lo que rebosa el corazón, habla la boca!

Mateo 12,34

Texto de la semana: Efesios 4,25–32

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